La famosísima marca de los triangulitos de queso reaparecía después de muchos años de no comunicar absolutamente nada y quería hacer ruido para reconectarse con sus fanáticos.
Una estética Wes Anderson y un guión bien argento nos pareció la mejor combinación para despertar la nostalgia de los que alguna vez disfrutaron de rasquetear el alumino de un Adler. 

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